miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tormentosos


Bum. Trueno. Las diez. Se hace tarde. Lluvia fuerte. Mira por la ventana. El tiempo está totalmente revuelto. Llueve y la tierra se embarra. Va a mancharse los zapatos nuevos. Piensa en cambiarse de zapatos. ¿Qué más da? ¿Qué diferencia van a hacer unos zapatos? Pero no lo hace. Porque aún mantiene la esperanza. Piensa que cualquier detalle puede suponer la diferencia.
Bum. Trueno. Diez y diez. Ya se retrasa. Pero no esperaba que fuera puntual tampoco. Se acerca al espejo con parsimonia y observa su escuálido reflejo. No es guapa, lo sabe. Nunca lo ha sido. Muchas veces quiso serlo, muchas veces quiso parecer una chica de ensueño. Ahora sus expectativas eran distintas. Ahora solo quería ser guapa para una persona. Base de maquillaje. Sombra de ojos. Eyeliner. Lápiz negro. Rímel. Colorete. Pintalabios. Mucho cuidado eligiendo el pintalabios. Rosa suave. Prefiere resaltar sus ojos. Pelo planchado. Liso perfecto. Se mira al espejo. Quizá para un observador externo podría resultar guapa ahora. ¿Y para él?
Bum. Trueno. Diez y media. ¿No va a venir? No, seguro que sí viene. Siempre acaban viniendo. Al principio, solía estar preparada media hora antes de la hora, creyendo que él llegaría a la hora exacta porque tendría tantas ganas de verla como ella a él. Pero nunca era así. Ya había aprendido. Ya no esperaba eso. Se sienta en una silla y mira el móvil silencioso. Se pregunta cuánto tardará…
Bum. Trueno. Once y veinte. Está cansada. Se ha mirado una y otra vez en el espejo. El vestido que se ha comprado es realmente bonito. Ese tono verde pastel siempre ha resaltado en su piel. El pelo sigue perfecto, tras dos horas peinándose era de esperar. El maquillaje también ha resultado idóneo. Al fin y al cabo estuvo todo el día pensando en cuál se pondría. Todo el día pensando en…
Bum. Trueno. Mensaje de móvil. “Ya estoy aquí. Abre la puerta”. Con el corazón acelerado coge el bolso y echa a correr. No quiere hacerle esperar. A pesar del cansancio, no puede evitar sonreír cuando lo ve. ÉL Dice que no quería llegar tarde. Ella le dice que no pasa nada. Va recién duchado y cambiado de salir del gimnasio. Fue con un amigo suyo. Está cansado. No tiene ganas de hacer nada especial. Propone ver una peli. Ella protesta un poco pero acaba cediendo.
Bum. Trueno. La casa aún está caliente. Ella acababa de salir y de apagar el calefactor. Es lo normal. Él pregunta qué peli quiere ver. Le toca elegir a ella ya que le ha fastidiado el plan. Ella sonríe ante su dulzura y le dice que le da igual, que cualquiera está bien. Él insiste y ponen la favorita de ella. Hacen palomitas y se sirven vino. 
Bum. Trueno. La cosa va bien. Ella comenta la película y él hace comentarios graciosos. Ella se ríe. Además, él la abraza y la besa a ratos. Acaricia su pelo y su rostro. Ella está en el cielo. 
Bum. Trueno. Él para la película. Ella lo mira extrañada. Y él empieza a besarla apasionadamente, a tocarla, a sentirla. Al principio ella corresponde, pero conforme la intensidad avanza se asusta. Para, dice, es muy pronto, no tan rápido. Él no escucha y ella insiste. Al final él para y se levanta. Ella pide perdón. Él dice que no pasa nada. Mañana la llamará.
Vaya, no suenan más truenos. Estuvo tronando toda la semana. Ahora parece que faltase algo. Ella mira por la ventana. El tiempo está nublado pero no llueve. La última vez que llovió fue hace cinco días. Se sienta en el sillón y mira la tele. Se siente sola. Sus amigas no la han llamado desde hace un tiempo y su familia vive lejos. No tiene a nadie. Como lleva haciendo toda la semana mira el móvil. No tiene mensajes. Era de esperar. Otra vez. Otra vez la misma historia.
No llora. Ya nunca llora por eso. Sencillamente suspira y va a prepararse un sándwich a la cocina. Mañana conocerá a otro. Otro que le prestará atención, le contará que es especial y le dirá cosas bonitas. Otro que perderá el interés. Otro que hará que llueva cinco días seguidos en su casa. Y aún así se lo creerá. Y aún así se preparará, se ilusionará. Aún así se pondrá su mejor conjunto. Esperando que un detalle marque esta vez la diferencia. Que esta vez sea diferente. Que se levante una mañana con el sol bien alto, con una sonrisa idéntica a la de la persona que se ha quedado dormida a su lado simplemente abrazándola. 
Suspira y se termina el sándwich. Suena el móvil. Mensaje nuevo. Mira por la ventana. Se esperan tormentas.

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